Desde la época prehispánica, el territorio donde se han asentado los pueblos y ciudades, ha originado muchos retos a los cuales deben enfrentarse los habitantes para alcanzar condiciones óptimas para su desarrollo; tal es el caso de la Ciudad de México que, por su ubicación, ha tenido que hacer frente, durante varios siglos, al problema de las inundaciones.
El desagüe del valle de México debe su historia debido a que los cuerpos de agua no fueron comprendidos, ni utilizados de la misma manera por parte de indígenas y españoles.
Por un lado, nuestros antepasados aztecas lograron, mediante la construcción de calzadas y viaductos, un efectivo control del nivel del agua de los lagos. Además, mediante las chinampas consiguieron cultivar verduras y flores, aprovechando así, los múltiples recursos que el lago les brindaba.
Los españoles, en cambio, concibieron los lagos como un peligro, debido a que consideraban que un agua carente de movimiento era altamente nociva para la salud. Es así que, después de la caída de Tenochtitlán y al mando de Enrico Martínez, comenzaron a construir en 1607 desagües artificiales que tenían como objetivo construir un canal en Huehuetoca, a fin de drenar el lago de Zumpango e interceptar el río Cuauhtitlán, y así dirigir sus aguas hacia el río Tula.
A partir de ahí comenzó un largo peregrinaje que incluyó estudios, proyectos y experiencias que han intentado resolver el problema de las inundaciones en la capital del país.
En el siguiente documento encontrarán un análisis de la historia del desagüe en el valle de México, que comprende desde los inicios del México independiente hasta los años finales del siglo XIX.