Actualmente, es sabido que la infraestructura es vital para el crecimiento y desarrollo económico de todo el país. Sin embargo, los problemas permanentes a los que se enfrenta son la falta de planeación y de proyectos ejecutivos mediante los cuales se pueda garantizar la correcta ejecución de las acciones presupuestadas.
En el caso específico de la infraestructura hidráulica existente, el principal problema es que no favorece la sustentabilidad hídrica: del consumo nacional de agua, se calcula que, aproximadamente, 80% de la demanda se concentra en el sector agrícola, 15% en uso urbano y 5% en uso industrial. Por lo que se estima que la demanda real de agua excede a la oferta actual.
Otros de los temas que requieren puntual atención es que no hay cobertura de agua potable. De acuerdo a estadísticas de CONAGUA, se determinó que 12.5% de las cuencas nacionales se encuentran en condiciones no aceptables en Demanda Bioquímica de Oxígeno y 31% en Demanda Química de Oxígeno. Por último, 7.5% de las cuencas no encuentran condiciones aceptables de Sólidos Suspendidos Totales. Como la responsabilidad recae en el nivel municipal, los niveles de tratamiento y potabilización que pueden atender la norma en el país se han mantenido relativamente bajos y únicamente existe documentación regional.
Por último, entre los problemas esenciales que enfrenta el sector hídrico se encuentra el ineficiente gasto en prevención. El gasto público ejercido para el control de desastres naturales es ineficiente ya que las responsabilidades están federalizadas, y las políticas de prevención están predominantemente centralizadas. Simultáneamente, el gobierno central prefiere destinar recursos a la mitigación de los efectos de los desastres que a su prevención.
Como consecuencia de estos 3 problemas, tenemos que las carencias en infraestructura hidráulica generan costos económicos a la hacienda pública, deterioran el medio ambiente y ponen en riesgo a las poblaciones en zonas vulnerables a desastres naturales.
Para hacer frente a estos problemas y alcanzar el potencial de crecimiento en infraestructura que México tiene, primero, se deben establecer las prioridades en cada uno de los sectores con una visión de, por lo menos, 20 años hacia adelante.
De esta manera, se debería rediseñar el modelo de administración del agua para permitir la construcción de la infraestructura necesaria para proveer agua potable de calidad en forma sustentable, evitar la contaminación por aguas residuales, y prevenir los daños a la población frente a los desastres naturales.
No obstante, esta planeación debe estar alineada a la política económica del país y debe dar prioridad a aquellos proyectos urgentes y necesarios, plasmados en el Programa Nacional de Infraestructura 2014 – 2018.
Las ideas mencionadas anteriormente son acciones que México requiere que se lleven a cabo en pro de la infraestructura nacional; con el fin de generar un mejor desarrollo y, por ende, contribuir al crecimiento económico del país.